Las historias bonitas siempre comienzan con Había una vez.. y esta no es la excepción. Es una historia que me llena de orgullo y amo contarle a quien me sigue o quien sueña con tener lo que yo he logrado, porque es muy gratificante para mí convertirme en la inspiración de quienes me ven.
Había una vez una niña llamada María Alejandra Velásquez, ella era una niña hermosa con un mundo por delante y con muchísimas ganas de brillar. Tenía una familia maravillosa, unos papás que le enseñaron a siempre luchar por sus sueños y por sus metas. María Alejandra comenzó a crecer, a hacerse preguntas y empezó a pensar en un lugar dónde brillar... Ella buscaba un lugar donde aprender y demostrar lo grande y capaz que era. Se dio cuenta de que no existía un lugar así, que era ella misma la única que debía crearlo y hacerse un espacio en él. Su madre fue siempre su eje y juntas comenzaron a recorrer este camino, a juntar ladrillo por ladrillo.
Los comienzos siempre son difíciles, tienen tropiezos ¡Es como una montaña rusa! Muchas personas le decían que no lo iba a lograr, pero ella creía en sí misma. Ella sabía que era posible y no nadie se lo podría impedir.
El tiempo, la disciplina y la perseverancia la llevó a constituir una empresa donde está cumpliendo sus sueños, donde el límite solo lo pone ella y donde puede brillar hasta donde ella se lo permita. En la actualidad, María Alejandra ya es una mujer, una mujer muy fuerte y con un negocio en donde la pasión marca siempre su ruta.
Este es mi mundo. Un mundo lleno de fantasía e inspiración y ¡quiero conocer el tuyo!
Cuéntame en los comentarios tu historia.